Buscando algo más


“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó”
1 Juan 1.1-2

Juan fue parte de un grupo privilegiado de hombres. Estos 12 hombres fueron llamados por Jesús para acompañarle durante todo su ministerio terrenal. Les llamo privilegiados no porque hubiera algo especial en ellos que los hiciera diferentes a los demás, el privilegio estaba en que Jesús los había llamado justamente siendo ellos nada diferentes a los demás.
Durante, aproximadamente, tres años y medio Jesús compartió todo con ellos, enseñándoles, mostrándoles su poder, inspirándoles y capacitándolos para finalmente darles una misión, ir a todas las naciones anunciando lo que habían visto y oído, sabiendo que esto era suficiente para traer salvación a cualquier persona que creyera en Jesús.

A pesar de esto, muchos han resultado reclamando haber tenido nuevas revelaciones, aparte de las vividas por estos 12 privilegiados hombres del común. La Biblia claramente nos advierte acerca de esta clase de experiencias o “revelaciones” pues apartan de la verdad, confunden y arruinan a las personas que las creen. Lo triste es ver a algunos que dicen haber creído en el Jesús de la Biblia estar buscando algo más. Juan dice que creer en esto que Él anuncia traerá comunión con Dios y la compleción del gozo de Dios en mi vida, pero por alguna razón, muchos que se hacen llamar cristianos andan buscando algo más, una experiencia más, una “motivación” nueva, una forma diferente de enseñanza, una palabra más dinámica cuando ya tenemos a nuestro alcance el testimonio de la verdad genuina de Jesús en la palabra, en la cual podemos encontrar gozo pleno.
Ojala nosotros pongamos nuestros ojos en la verdad del Jesucristo bíblico y genuino y así podamos decir y vivir la plenitud del gozo que causa nuestra comunión con Dios y nuestros hermanos.

Luis Guillermo Sánchez