Descarga la versión PDF Aquí
Por: Juan Carlos Ocampo
Edición: Francia Lasso Ronderos
Cada diciembre, la alegría de la Navidad envuelve las calles con luces, villancicos y tradiciones que parecen llenar de significado esta temporada. Sin embargo, muchas de estas costumbres tienen orígenes desconocidos y, en ocasiones, principios que chocan con la enseñanza bíblica. En este artículo, analizaremos tres pilares navideños: la Noche de Velitas, la Novena de Navidad y Santa Claus, escudriñando su historia y su relación con la fe cristiana.
La Noche de Velitas: Velas y Devoción
El 7 de diciembre, conocido como el Día o Noche de Velitas, marca la víspera de la celebración católica de la Inmaculada Concepción de María el 8 de diciembre. Aunque esta tradición es especialmente popular en Latinoamérica y España, su origen está profundamente ligado al establecimiento del dogma mariano en el siglo XIX.
Aunque parece centrarse en las velas, su verdadero trasfondo es la celebración del 8 de diciembre: el Día de la Inmaculada Concepción de María. Esta doctrina se refiere al momento en que María, madre de Jesús, fue concebida sin pecado por sus padres. No se debe confundir la Inmaculada Concepción de María con la concepción de Jesús por el Espíritu Santo, narrada en Mateo 1:18 y Lucas 1:26-38.
La Noche de Velitas actúa como víspera de esta festividad, y en algunas regiones las velas permanecen encendidas hasta la medianoche para dar paso al día 8. Aunque la tradición de las velas tiene antecedentes en diversas culturas, su vinculación con la Inmaculada Concepción data de siglos atrás.
Un vistazo histórico
El uso de velas en celebraciones tiene raíces universales, pero la conmemoración de la Inmaculada Concepción comienza a formalizarse en el siglo V con una fiesta dedicada a María en Palestina, el 10 de agosto. Durante el siglo VIII, los católicos bizantinos establecieron otra festividad, el 9 de diciembre, conocida como “La Concepción de Santa Ana, madre de María.” Esta tradición se extendió a Europa, celebrándose en Francia, España, Irlanda e Inglaterra el 8 de diciembre.
En 1476, el Papa Sixto IV introdujo oficialmente la celebración en Roma. Sin embargo, fue en 1854 cuando el Papa Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción en la bula Ineffabilis Deus, afirmando que María fue preservada del pecado original desde su concepción.
"Declaramos, afirmamos y definimos que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha del pecado original desde el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús." Fragmento bula Ineffabilis Deus emitida por el Papa Pío IX en 1854
Este acto fue celebrado encendiendo velas en todo el mundo católico, dando origen a la tradición que hoy conocemos.
María, según Ella misma
Con el tiempo la práctica de 1854 se convirtió en tradición y se conoció popularmente como “Día de la Virgen”, una festividad de gran adoración a Maria, algo que descalifica esta práctica para los cristianos. Y es que el problema no es María en sí. Bíblicamente, ella es un ejemplo de una mujer sometida a Dios, un ejemplo de obediencia. Fue un instrumento usado por Dios. Pero los hombres han decidido hablar y decir de ella de otra manera.Cuando Gabriel se presenta a María para anunciarle el nacimiento de Jesús, ella responde: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra" (Lucas 1:38). En estas palabras, María no se presenta como “la reina del cielo” ni “la madre de Dios”, sino como una sierva, reconociendo su total sumisión a la voluntad de Dios. La palabra griega dulos usada aquí, denota al siervo más humilde, reflejando la disposición de María para obedecer.
Igualmente, la Escritura no respalda doctrinas como la Inmaculada Concepción; por el contrario, enseña que "todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23).
La respuesta de María a Elisabet, su prima, relatada en Lucas, nos muestra realmente cómo María misma se veía ante el Señor.
"Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre. Y su misericordia es de generación en generación a los que le temen."
Primero, María reconoce que Dios es su Salvador, lo que demuestra que no era "sin pecado", ni justa ni perfecta; más bien, era tan merecedora del juicio como cualquiera de nosotros. Al hacerlo, expresa su gratitud por la misericordia divina. Reconoce que, siendo pecadora, necesita un Salvador y no puede salvarse por sí misma. Se humilla ante Dios y entiende que su bendición radica en que, a pesar de su condición, Dios la eligió para cumplir un propósito grandioso: ser la madre del Salvador. Lejos de la exaltación que muchos le atribuyen, ella se considera sumamente bendecida porque Dios la usó.
Oscuridad en medio de la luz
La Noche de Velitas puede parecer una práctica bonita e inofensiva, pero está profundamente arraigada en la adoración a María, algo que ella nunca reclamó ni promovió. Parte de la doctrina herética de que María fue sin pecado, bíblicamente insustentable, lo que también da origen a otra doctrina herética que asegura que María no murió sino que ascendió al cielo. Negando palabras que tenemos en la escritura: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” Romanos 3:23
Más allá, esta doctrina está en contra de las palabras de nuestro Señor Jesús: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios”. Mateo 19:17.
Las palabras de Jesús en Mateo 22:37 recuerdan que solo Dios merece nuestra adoración: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma y mente." Como cristianos, debemos elegir ser luz auténtica, en lugar de prender velas para adorar a María, decidamos tener un corazón de siervo al igual que ella lo tuvo, agradarle, obedecerle con toda nuestra vida.
Historia de la Noche de Velitas
- Siglo V: Nace la "Conmemoración de Nuestra Señora" en Palestina.
- Siglo VIII: Bizantinos establecen el Día de Santa Ana, precursor de la celebración.
- 1854: Proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción por Pío IX.
- Actualidad: La tradición de encender velas perdura en varios países.
La Novena de Navidad: ¿Tradición y Fe?
Aunque muchos creen que la Novena de Navidad es única, en realidad forma parte de una tradición católica más amplia que incluye numerosas novenas dedicadas a diversos “santos”. En este caso, el nombre correcto sería: Novena al Niño Jesús o al Niño Dios, de la cual hay varias versiones que dependen del autor y del año, pero todas tienen el mismo origen y el mismo propósito: preparar el corazón del devoto para la llegada del Niño Jesús, tiene un único origen, pero muchas variaciones que dependen del autor y del año.
Origen Histórico
El concepto de las novenas proviene del novendiale, una práctica romana documentada en el siglo VII a.C. Según Tito Livio, esta tradición consistía en nueve días de rituales para apaciguar a los dioses tras fenómenos extraordinarios. Con la llegada del cristianismo, estas costumbres fueron adoptadas por la Iglesia Católica y reinterpretadas como preparaciones espirituales para fiestas religiosas.
Durante la Alta Edad Media, en España y Francia se desarrolló una “novena de preparación”, inspirada en los nueve meses que Jesús estuvo en el vientre de María. En 656, el Concilio de Toledo fijó el 18 de diciembre como el día de la Anunciación y la fecha ideal para preparar la Navidad. En Italia, esta tradición se extendió durante el siglo XVII, acompañada por ceremonias con el “Santísimo Sacramento”.
La Novena de Navidad que conocemos en Colombia surgió después de 1725, cuando Fray Fernando de Jesús Larrea escribió su texto principal por encargo de Clemencia de Jesús Caycedo Vélez, fundadora del Colegio de La Enseñanza en Bogotá. A finales del siglo XIX, la religiosa Bertilda Samper Acosta, conocida como Madre María Ignacia, modificó el texto e incorporó los populares gozos.
¿Cuál es el Propósito de la Novena?
El novendiale romano era para tiempos de tragedia o malos augurios y buscaba apaciguar a los dioses o recibir gracias especiales. Con el tiempo, esta práctica se transformó en novenas cristianas que mantuvieron su enfoque en obtener beneficios específicos, como las dedicadas a San Huberto, San Marcolf y San Mommolus, para proteger contra mordeduras de animales rabiosos o curar enfermedades. En el siglo XVII, el Papa Alejandro VII otorgó indulgencias por la novena a San Francisco Xavier, y la primera novena "oficial" se realizó en la Iglesia de San Ignacio en Roma.
En 1840, el Papa Benedicto XIV reforzó la importancia de las novenas, considerándolas un medio eficaz para obtener gracias celestiales a través de la intercesión de santos, incluida la Virgen María. Desde el tiempo romano hasta la actualidad, estas prácticas han mantenido un propósito común: buscar bienes, gracias o favores divinos. La Novena de Navidad comparte este mismo objetivo, siendo una adaptación específica para conmemorar el nacimiento de Jesús.
¿Qué Dice la Novena de Navidad?
La Novena de Navidad incluye oraciones específicas: una oración general para todos los días, oraciones dedicadas a la Virgen María, San José y el Niño Jesús, además de los gozos. Las oraciones dirigidas a María y José tienen como propósito pedir su intercesión para preparar el corazón del creyente para recibir a Jesús, actuando como intermediarios entre el fiel y Cristo.
La oración al Niño Jesús es el centro de la novena y se basa en un relato atribuido a Margarita del Santísimo Sacramento, donde Jesús promete conceder cualquier petición hecha por los méritos de su infancia. Bajo esta idea, los creyentes confían en que el Niño Jesús atenderá y responderá sus súplicas, siendo este el propósito principal de la novena: buscar gracias y bendiciones a través de estas plegarias.
¿Qué nos dice la Biblia?
Hay mucho de la novena que podemos confrontar con la Biblia, estos son los aspectos más importantes:
Oraciones repetitivas
- Jesús enseñó a perseverar en la oración (Lucas 18:1-8) pero condenó las vanas repeticiones, como las usadas por los gentiles que creen ser escuchados por su palabrería (Mateo 6:7).
- El uso de oraciones repetitivas y rituales como el novendiale romano o la Novena de Navidad no está alineado con la enseñanza bíblica.
Intercesión de María y José
- La Biblia no menciona que María o José actúen como intermediarios para acercarnos a Jesús.
- Según las Escrituras, la salvación y la relación con Dios son directas, a través de la fe en Cristo (Juan 1:12; 1 Timoteo 2:5).
Énfasis en el “Niño Jesús”
- La Novena exalta al “Niño Jesús” de manera desproporcionada, ignorando su papel como Salvador adulto que murió y resucitó por nuestros pecados, que es el mensaje central de la Biblia (Filipenses 2:8).
- La promesa de recibir cualquier cosa “por los méritos de su infancia” carece de sustento bíblico y contradice el concepto de la gracia divina, que no depende de nuestras acciones (Efesios 2:8-9).
Gracia versus ritualismo
- La idea de obtener bendiciones mediante la repetición de una oración durante nueve días contradice el principio bíblico de que la gracia de Dios es un regalo inmerecido, no algo que se gana por obras o ritos (Romanos 11:6).
La Novena de Navidad actual es una adaptación de antiguas tradiciones romanas, donde el objeto de devoción se centra en Jesús recién nacido. Aunque parece positiva por mencionar a Cristo, esto no la convierte automáticamente en una práctica bíblica. Muchas de sus características, como las oraciones repetitivas y los rituales, están en desacuerdo con la adoración que Dios desea según las Escrituras.
Más que rituales o repeticiones huecas, Cristo busca que vivamos una relación auténtica con Él, reconociendo nuestro pecado y la necesidad de un Salvador. Dios no se agrada de sacrificios vacíos, sino de un corazón entregado que busca conocerle y obedecerle. Como dice Oseas 6:6, "misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos". En Cristo, ya hemos sido bendecidos con todo lo necesario para vivir una vida plena de gracia y comunión con Dios (Efesios 1:3).
Jesus no busca nueve días de intensa religiosidad, sino toda una vida de relación.
Acerca del Novendiale Romano
El novendiale romano tiene sus orígenes en la antigua Roma, donde se celebraban rituales de nueve días, conocidos como novendiale, para honrar a los dioses o apaciguar su ira en tiempos de crisis. Según el historiador Tito Livio, este rito surgió durante el reinado de Tulio Hostilio (673–641 a.C.) después de que una lluvia de piedras cayera en el Monte Alba. Este fenómeno fue interpretado como un mal presagio, y, tras consultar a los arúspices, se decidió establecer una celebración pública de nueve días como medida para calmar a los dioses.
Con el tiempo, esta tradición se consolidó en la cultura romana y continuó siendo observada durante varios siglos, incluso después de la caída de Roma, extendiéndose a otras festividades. La estructura del novendiale fue finalmente adoptada y modificada por la Iglesia Católica en el contexto cristiano, transformándose en lo que hoy conocemos como novenas religiosas.
Cronología de la Novena de Navidad
- 673-641 a.C.: Surge el novendiale en Roma como ritual pagano.
- Siglo VII d.C.: Se adapta la tradición como preparación espiritual en España y Francia.
- 1725: Fray Fernando de Jesús Larrea escribe la Novena al Niño Jesús en Colombia.
- Finales del siglo XIX: Bertilda Samper introduce los populares gozos.
- Actualidad: Se celebra como parte de las tradiciones navideñas en Latinoamérica.
Santa Claus o Papá Noel: El Usurpador de la Navidad
La palabra "Navidad" proviene del término castellano natividad, derivado del latín nativitas, que significa nacimiento. Sin embargo, la celebración que debería centrarse en el nacimiento de Jesús ha sido eclipsada por la figura de Santa Claus, un hombre gordo y barbudo vestido de rojo que reparte regalos. Esta imagen predominante no tiene ninguna conexión con el concepto de la natividad, pero está presente en todos los ámbitos: desde la publicidad y los medios hasta los hogares, siendo tan relevante que incluso el NORAD (Comando de defensa aeroespacial norteamericano) rastrea su supuesta ruta de entrega de regalos cada año.
Este contraste plantea preguntas importantes: ¿cómo surgió esta figura y se volvió tan central? ¿Es bíblico rendirle tanta atención? ¿Por qué aceptamos que un hombre con un costal entre a las casas en diciembre, cuando el resto del año sería motivo de alarma? Exploremos los orígenes de Santa Claus y su impacto en las celebraciones navideñas, que deberían estar enfocadas en Cristo.
Nicolás de Bari: De un hombre Piadoso al Hombre de la Navidad
Nicolás de Bari, nacido en Patara (Turquía) durante la antigua Roma, fue criado en el cristianismo. Huérfano desde joven, usó su herencia para ayudar a los necesitados, enfermos y pobres. Fue nombrado obispo de Myra y, aunque enfrentó persecución bajo el reinado de Diocleciano, fue liberado tras el ascenso de Constantino. Nicolás se opuso al arrianismo en el Concilio de Nicea (325 d.C.) y falleció el 6 de diciembre de 343 d.C., día que se convirtió en su festividad.
Entre las historias más famosas está la de un vecino pobre con tres hijas que no podían casarse por falta de dote. Nicolás, en secreto, arrojó bolsas de dinero por la ventana para ayudarlas, evitando que cayeran en la prostitución. Esta historia tiene tanta repercusión que fue citada por Dante Alighieri en su obra “La Divina Comedia” en el Purgatorio - Canto XX.
También se le atribuye la resurrección de tres estudiantes asesinados por un posadero y el milagroso rescate de un niño esclavizado, devolviéndole a su familia. Estas historias, aunque difíciles de comprobar, consolidaron su fama como protector de niños y defensor de los pobres.
Incluso después de su muerte, Nicolás fue asociado con milagros, como la protección de pueblos durante hambrunas o la liberación de inocentes injustamente acusados. Su figura se popularizó ampliamente en Europa, convirtiéndose en el patrono de regiones como Apulia, Grecia, y varias ciudades en Alemania y Rusia. Relatos sobre su vida y milagros, como los recogidos por Procopio de Cesarea y Miguel el Archimandrita, reforzaron su legado, extendiendo su devoción en el oriente y occidente.
En 1087, marineros italianos robaron sus restos de Myra y los trasladaron a Bari, Italia, donde se construyó una basílica en su honor, convirtiéndose en un centro de peregrinación. Otros fragmentos de sus restos fueron llevados a Venecia en el siglo XII. Para el siglo XV, su leyenda había alcanzado toda Europa Occidental, asociándose con la entrega de regalos en la víspera de su festividad, tradición que cimentó su conexión con los niños.
Durante la Reforma Protestante, la veneración de santos fue rechazada, pero en Alemania se mantuvo su figura bajo el nombre Weihnachtsmann (Hombre de Navidad). La leyenda de San Nicolás evolucionó con el tiempo, mezclándose con creencias locales, hasta convertirse en Santa Claus. Este sincretismo transformó a un hombre piadoso y generoso en un ícono navideño centrado en regalos y tradiciones alejadas de su verdadero legado cristiano.
Santa Claus llegó a la ciudad
La transformación de la leyenda de San Nicolás comenzó en los territorios germánicos, donde su nombre evolucionó al vocablo neerlandés Sinterklaas. En esta región, se fusionó con elementos culturales propios del norte de Europa, añadiendo toques mágicos al personaje. Aunque algunos niegan su vínculo con la mitología nórdica, la figura de Santa Claus tiene similitudes claras con Odin, quien, como Santa, es representado como un anciano de barba blanca que surca los cielos en invierno, acompañado de animales mágicos. Durante la festividad de Yule, los niños dejaban comida para Odin y su caballo Sleipnir, recibiendo a cambio regalos, un rito que recuerda la tradición moderna de Santa Claus recompensando a los niños que se portan bien.
Además, el sincretismo cultural incorporó personajes adicionales al mito de Santa Claus, como el Krampus en los Alpes europeos. Este ser mitad cabra, mitad demonio, armado con cadenas y palos, aterrorizaba a los niños desobedientes, llevándolos al inframundo en su saco. Aunque nacido de tradiciones paganas vinculadas a criaturas míticas y demoníacas, el Krampus se arraigó como compañero de Santa en el siglo XVII, siendo celebrado en eventos como la Krampusnacht (Noche del Krampus). Aunque su figura ha sido suavizada, sigue presente en la cultura alemana.
Santa Claus también tuvo otros compañeros castigadores en diversas mitologías europeas, como Belsnickel, Zwarte Piet y Knecht Ruprecht. Estas figuras, aunque desconectadas del histórico Nicolás de Bari, muestran cuánto influyeron las tradiciones nórdicas y germánicas en la construcción del mito moderno. Esto fue lo que dio origen al Santa Claus que conocemos hoy, alejándose de sus raíces cristianas para convertirse en un símbolo más amplio y comercial.
Santa Claus llegó a la gran manzana
Desde allí, la figura comenzó a transformarse a través de publicaciones. En 1809, Washington Irving lo describió en tono humorístico como un personaje bonachón que vuela sobre los tejados en un carro tirado por caballos y reparte regalos. En 1810, Alexander Anderson creó la primera representación visual de San Nicolás en Estados Unidos, mostrando a un dador de regalos que deja golosinas en medias colgadas en la chimenea, acompañado de un poema que recita así "San Nicolás, mi querido amigo. Servirte siempre fue mi fin. Si ahora me das algo, te serviré siempre mientras viva".
En 1821, un libro ilustrado presentó por primera vez a Santa Claus viajando en un trineo tirado por un reno, añadiendo el castigo a los niños desobedientes como parte de su historia. Sin embargo, fue el poema “Una visita de San Nicholas” de Clement Clarke Moore en 1823, el que consolidó su imagen como un elfo regordete y alegre que viaja en un trineo tirado por ocho renos, entra por la chimenea y deja regalos en las medias colgadas. Este poema no solo popularizó a Santa Claus, sino que también estableció los nombres de los renos que lo acompañan, formando gran parte del mito moderno.
Hacia finales de la década de 1920, artistas como NC Wyeth, JC Leyendecker y Norman Rockwell definieron la imagen de Santa Claus como un hombre regordete de tamaño natural, con traje rojo y ribetes de piel. En 1931, Coca-Cola lo adoptó para su publicidad, reforzando y popularizando esta representación en todo el mundo, dando lugar al ícono navideño inconfundible que conocemos hoy.
¿Por qué rechazar a Santa Claus?
La figura de Santa Claus tiene una historia compleja que se aleja de las enseñanzas bíblicas, comenzando con la transformación de San Nicolás de Bari en un personaje mágico objeto de culto. Aunque Nicolás fue un hombre piadoso, su figura fue exagerada y venerada de manera inapropiada, llegando a ser considerada un ídolo. La Biblia condena la idolatría y la veneración de figuras humanas, como se ve en Isaías 42:8: "Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria", recordándonos que solo Dios es digno de adoración, como se expresa también en Apocalipsis 22:8-9, donde un ángel rechaza ser adorado y dice, "Adora a Dios". Santa Claus, aunque no siempre es considerado un ídolo físico, surge del deseo de adoración post mortem a San Nicolás, algo que contradice los principios bíblicos.
La exaltación de Santa Claus ha ido más allá de la simple figura navideña, y en canciones como "Santa Claus is Coming to Town" (1934), se le atribuyen características divinas, como la omnisciencia, algo que solo pertenece a Dios. Esta canción menciona que "él sabe si fuiste malo o bueno", lo cual refuerza la idea de que Santa Claus es visto casi como una deidad, capaz de ver todo y juzgar a los niños, lo cual es un atributo exclusivo de Dios. Como dice Mateo 4:10, "Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás", lo cual muestra que nadie más debe ser venerado ni adorado.
Además, Santa Claus suplantó el significado original de la Navidad, que es la celebración del nacimiento de Jesús como el Salvador del mundo. La figura de Santa Claus ha desplazado a Cristo en la cultura popular, representando una "fiesta de regalos" en lugar de un momento para reflexionar sobre la obra redentora de Jesús. La Iglesia primitiva comprendió la importancia de celebrar tanto el nacimiento como la muerte y resurrección de Cristo, pues todos son esenciales para la obra completa de la salvación, como lo afirma Filipenses 2:8-11, donde se nos recuerda que Cristo "se humilló a sí mismo... hasta la muerte en la cruz". Al poner el énfasis en Santa Claus en lugar de en Cristo, se ha distorsionado el verdadero propósito de la Navidad.
Santa Claus, con su imagen de hombre generoso que premia el buen comportamiento, también representa un sistema de méritos que sustituye la gracia inmerecida de Dios. En lugar de enfocarse en el sacrificio de Cristo por nuestros pecados, la cultura popular ha adoptado a un hombre que premia solo a los "buenos", distorsionando el mensaje cristiano de salvación. Este mito ha logrado desplazar a Cristo, convirtiendo la Navidad en una celebración de obsequios y comportamientos, en lugar de un recordatorio de que Jesús nació para salvarnos de nuestro pecado. Como se dice en Romanos 1:23, "cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible", y con esto se ha perdido el verdadero enfoque de la Navidad: la obra redentora de Cristo.
Evolución de Santa Claus
- Siglo IV: Nicolás de Bari vive como obispo en Turquía.
- Siglo XI: Sus restos son trasladados a Bari, Italia. Es adorado como santo, milagroso y dador de regalos.
- Siglo XVI: La Reforma Protestante influye en que su figura cambie al “Hombre de Navidad” en países germánicos.
- Siglo XIX: Surge el Santa Claus moderno en Estados Unidos, a partir de poemas y cuentos.
- 1931: Coca-Cola populariza su imagen globalmente.